Las Escuelas Generativas
- Ivana Vallenari
- 18 abr
- 3 Min. de lectura

En la República Argentina, como en el resto del mundo, la cantidad de experiencias educativas innovadoras también está creciendo a niveles exponenciales, buscando dar respuesta a las necesidades de las familias actuales que demandan cada vez más una educación diferente. Sin embargo, el reconocimiento de estos proyectos por parte del Ministerio de Educación de la Nación todavía es prácticamente nulo.
Una excepción a esta realidad general se encuentra en la provincia de San Luis, cuyo gobierno creó en el 2016 un modelo educativo, de carácter público y gratuito, que le otorga un marco regulatorio a este tipo de experiencias que hace años surfean a través de los huecos legales intentando encontrar amparo institucional. Se trata de las “Escuelas Generativas”.

A pesar de haber nacido con el objetivo de ayudar a las comunidades vulnerables, buscando que espacios educativos no formales (clubes, asociaciones barriales, centros culturales, etc.) empiecen a desempeñar la función de una educación formal, en la práctica este modelo de escuela creada por el Ministerio de Educación de la provincia de San Luis, terminó siendo elegida por aquellos proyectos de aprendizaje que hasta el momento no podían ser reconocidos a causa de implementar metodologías educativas muy diferentes a la convencional.
Las Escuelas Generativas fueron creadas como parte de un programa de innovación, siendo flexibles en términos de estructura y métodos de aprendizaje. Con lo cual modelos educativos como el Waldorf, Montessori, Reggio Emilia, ABP, Pedagogía 3000, Inteligencias Múltiples, entre otros, pueden adoptarse sin objeciones. El diseño curricular se torna menos rígido, abordando los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP) de cualquier colegio a fin de alcanzar los contenidos mínimos para la acreditación, movilidad, promoción y egreso de los estudiantes, permitiendo trabajarlos de forma diferente. Así es que cada escuela se basa en una metodología distinta, o en una combinación de varias.

Si bien no comparten un mismo proyecto pedagógico, lo que las une es su carácter innovador y su forma de gestión social, presentando similitudes en cuanto a la forma de concebir el aprendizaje. Los niños en ellas son protagonistas de todo el proceso, diferenciándose del modelo escolar tradicional donde la clase se centraba en el maestro. Los equipos de trabajo son más horizontales, y se mantienen grupos reducidos de hasta 20 niños o adolescentes por tutor.
Además de incentivar nuevas formas de interacción social y modelos pedagógicos transformadores, las Escuelas Generativas fomentan el diseño de ambientes de aprendizaje muy distintos. Los domos, la bioconstrucción, los espacios abiertos sin divisiones áulicas, y los colores llamativos son característica común.
Podemos decir entonces que la provincia de San Luis, Argentina, ha sabido darles un nombre a las popularmente llamadas “escuelas alternativas”, una denominación con la que personalmente no estaba muy de acuerdo ya que las condenaba a permanecer en los márgenes del sistema convencional. Para los “puntanos”, estos espacios educativos, que independientemente a su modelo pedagógico comparten las características mencionadas, hoy cuentan con un reconocimiento a través de las “Escuelas Generativas”.
Siendo no sólo abrazadas por el estado (con su número de establecimiento correspondiente y otorgando títulos oficiales), sino que además éste les garantiza un aporte económico para solventar ciertas necesidades a fin de asegurarse estándares mínimos que permitan el desarrollo de sus actividades de forma pública y gratuita para las familias que apuestan a una educación diferente.
Será cuestión de intentar reproducirlas ahora en las otras provincias, haciendo posible un cambio a nivel nacional.

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